mar Número 3
nº 3
Portada:
Especial Fallas.
FUENTES
Carlos Michel Fuentes, el autor de la portada, nació en Cuba y vive, de momento, en València.
“Unas tempranas cataratas le alejan del béisbol, su verdadera pasión. Hijo único. Creció entre mujeres y escaseces en un apartamento muy céntrico del Vedado. Abandona Cuba a principios de los años noventa tras un largo periodo de desilusión y desconsuelo. No regresa jamás. Graduado en Bellas Artes. Devenido pintor escenográfico, trabaja para el cine, el teatro y la televisión en los Estados Unidos. Diseñador gráfico. Ilustrador. Escritor compulsivo.”
Es difícil definir a este viejo conocido de nuestra revista (mirar números 0 y 1), mejor que él mismo en la contraportada de su novela de 2012, Anabah. Solo que sabemos que regresó a Cuba, si, hace poco, para encontrar algunas cosas en el lugar donde él esperaba encontrar otras. Mientras me contaba esto, su mirada estaba muy, muy perdida.
Esta es su web.
Sello: ©Carlos Michel Fuentes
FALLA DALÍ
En 1954 se produjo un tremendo acontecimiento en el mundo de las fallas de València. El mundialmente famoso artista surrealista Salvador Dalí diseñó la falla más emblemática de la ciudad, la más especial, la que estaba fuera de concurso y patrocinada por un grupo de notables que se hacían llamar la Falla del Foc. La reacción de la ciudadanía valenciana fue una de esas cosas que justifican las iniciativas extraordinarias. También fue una de esas cosas que justifican el cine neorrealista de la época, el de Berlanga por ejemplo. Incuso las historias de Jaimito.
Nuestro colaborador Alfons Aladreta (ver números 0 y 1) ha tomado este momento histórico como Punto Jonbar* para elaborar esta historia paralela que escenifica una ciudad que no existe, pero podría existir.
Para documentar esta ucronía se han utilizado este enlace que aconsejamos visitar.
*Un Punto Jonbar es un acontecimiento real vuelto del revés para especular con las posibles consecuencias. Es la creación de mundos paralelos preguntándose: “qué hubiera pasado si…”. Puntos Jonbar típicos serían, por ejemplo, la victoria de Hitler o la supervivencia de los dinosaurios.
Sello: Maqueta de la falla de Dalí.
Estamos en 1953. Catorce años después del final de la guerra civil, los españoles seguían viviendo en una eterna posguerra. En estos momentos vemos como España, el único país colaboracionista con el régimen nazi de Alemania que quedó en pie, un gobierno apestado que no es admitido en ningún organismo internacional, está pasando a convertirse en un enclave anticomunista en el Mediterráneo. Y todo esto gracias a la tensión entre los Estados Unidos y la Unión Soviética.
El dictador, aprovechando la situación, intenta salir del bloqueo internacional.
A todo esto, el famoso escritor norteamericano Ernest Hemingway regresa a Pamplona tras veinte años de ausencia y hace que en todo el mundo se sepa que en esa ciudad española existe la fiesta de San Fermín, donde un montón de gente se pone a correr delante de una manada de toros bravos.
Al mismo tiempo, en Valencia, un grupo de notables conocidos como la Falla del Foc, se reúne en secreto para tratar de dar un giro a una fiesta popular que, pese a su espectacularidad, no alcanzan la fama de los Sanfermines o la Oktoberfest de Munich, por ejemplo:
–¡Pero si solo consiste en ponerse siegos de servesa y codillo de serdo!
–Bueno, los escotes de las camareras tampoco están mal.
–¡Cállate Visente! ¡Y los de la boina que corren delante dels bous! ¿también llevan escote? Aquí hay algo que hasemos mal, porque no me entra en la cabesa que un montón de borrachusos tengan más tirón por ahí fuera que les nostres falles, con todo su arte, su colorido y lo boniques que son.
–Pero hombre, es que son cosas distintas. En Pamplona hay espectáculo del que le gusta a la gente. En el extranjero lo ven como una cosa ancestral y auténtica. Se sorprenden con la gente que arriesga su vida delante de los toros por nada, solo por tradición.
–Y por otra parte, cómo va a competir el arte y la ironía de aquí con los ríos de cerveza servidos por teutonas. ¡Es de cajón! Queda claro que nos haría falta otro enfoque…
–Así que arte e ironía… o sea, un artista irónico… mmh… creo que tengo la solución. Es una idea un poco loca pero ver qué os parece… necesitamos un alguien muy famoso ¿no? pues si San Fermín tiene a Ernest Hemingway, nosotros podríamos tener a…
–(Todos) ¿A quién?
–¡A Salvador Dalí!
–(Todos) ¡murmull, murmull! ¿Dalí?¡murmull, murmull!
–¿Quéeee? ¿arte moderno? ¡Por ensima de mi cadáver!
La reunión secreta duró unas horas más y la discusión era acalorada. Los más jóvenes estaban a favor de contratar al genio del surrealismo, los más mayores totalmente en contra. Cuando se pasó de la horchata (1) a la mistela (2) algunos contrarios dieron su brazo a torcer al conocer la capacidad de Dalí para sacar dinero de cualquier cosa que tocase. Todos eran conscientes de que en aquella época miserable se necesitaban turistas que se dejasen aquí el dinero.
–Pero ¿qué dirá la gente? ¿y los artistas falleros?
–La gente es muy palurda y no entenderá nada. Eso les cabrea mucho y tirarán tomates. Y a los falleros no les gustará nada que venga uno de fuera a hacer una falla. ¡Y encima, catalán!
–¿Qué conyo la gente y los falleros? lo que importa es ¿qué dirá el alcalde?
–¿Qué conyo el alcalde? lo que importa es ¡¿qué dirá Franco?!
–¡Huy, Franco! esta si que es bona. ¡Ja,ja! –a estas alturas ya habían cambiado la mistela por el barretxat (3)– ¿no habéis visto en el NODO (4) a Dalí xuplant-li el cul (5) al caudillo? ¡A Franco le va a pareser de categoría!
Mal que bien, todos volvieron a sus casas no sin antes haber dejado encargado al autor de la idea, un joven periodista con contactos al que llamaremos Borín, de llevar a cabo el magnífico plan de ponerse en contacto con el genio ampurdanés.
Al día siguiente, y con una resaca de mil demonios, muchos de los notables recordaban la reunión secreta como en una nebulosa, como si se tratara de un sueño absurdo: ¡Una falla de Dalí! ¡Ja, ja! ¡Ouch, mi cabeza!
Pero a primera hora de la tarde todos recibieron un telegrama donde se anunciaba:
SALVADOR DALI ENCANTADO DE COLABORAR -STOP- HABEMUS FALLA -STOP- SERA UN PETARDAZO -STOP- JAJAJA -STOP- BORIN
La suerte estaba echada. El estupor y el entusiasmo a partes iguales fueron dando forma al proyecto que, de manera asombrosa en este mundillo y en esta ciudad, salió adelante.
Una vez firmado el contrato y realizado el boceto, la noticia se lanzó a la prensa. La reacción pública inicial fue de incredulidad, pero poco a poco fue tornándose en sorna, luego en indignación y finalmente en cabreo caótico.
Surgían voces de desaprobación con razones de lo más peregrino, pero como suele pasar en estos casos, cuanto más absurdo es un argumento más creíble le resulta a la gente.
A pesar de que la prensa trató de enfocar la idea de forma positiva con titulares como “Una espléndida tarjeta de nuestras fiestas para el turismo extranjero” o “Una inyección de aire renovador a cargo de un artista español de reconocido prestigio internacional”, desde lo más profundo de la caverna tradicional se oían cosas como “Solo se es fallero de verdad cuando se lleva sangre valenciana”, “Dalí es un extravagante. No sabrá captar el alma común de nuestro pueblo” o “La falla de Dalí es un menosprecio a los artistas locales buscando artistas foráneos”.
La cosa se puso muy mala. Hay que recordar que en aquellos tiempos, el surrealismo fallero no estaba relacionado con el mundo onírico de los sueños y el subconsciente, sino que era sinónimo de humor absurdo y grotesco, de sátira caricaturesca hilarante y soez y de gusto por lo barroco y la coentor (6).
El día que se plantó la falla de Dalí, en la entonces plaza del Caudillo, no se esperaba nada bueno. Los notables de la Falla del Foc veían desde una distancia prudencial las reacciones de la muchedumbre que asistía a los trabajos de montaje. Las malas caras se fueron transformando en expresiones festivas. Lo corresponsales de la prensa extranjera dieron mucho color al momento.
–Caballeros ¡esto marcha! Aquí traigo las revistas. Paris Match, Life, American Geographic, ¡en todo el mundo se habla de València y de la falla de Dalí!
–Pues mira Borín, en mi casal todos están a la greña. Que si menuda merda, que no se entiende nada, que eso no es una falla ni es nada. Hasta me han escrito las palabras “traidor” y “guarro” en el parabrís del coche.
–¡Pues lávelo hombre! Ya sabemos que siempre habrá gente que reaccionará mal ante cualquier cambio. Pero no sólo se habla de nosotros… asómese y mire toda la gente que se agolpa para ver la falla.
–¡Es sierto! ¡Nos vamos a forrar!
Aquel marzo de 1954 fue mágico. Para ver la falla de Dalí desfilaron miles y miles de personas. Sobre las quejas de los más inmovilistas fue haciéndose oír, primero tímidamente, pero pronto de manera abierta los comentarios positivos de sobre todo los más jóvenes que apreciaban el nuevo aire que flotaba en la ciudad. Y hasta muchos artistas falleros pasaron del pánico a lo nuevo y a quedarse sin trabajo, a ver como se abría todo un abanico de posibilidades artísticas, antes inconcebibles.
Ante el éxito, no solo la Falla del Foc sino algunas comisiones más empezaron a preparar sus proyectos para 1955. Se barajaban nombres de artistas tanto españoles como del resto del mundo.
Los marchantes más influyentes empezaron a dejarse caer por la ciudad donde cada año durante el mes de marzo, además de alegría, ruido, música y fuego, se pueden ver las novedades más vanguardistas del arte internacional, manteniéndose la tradición desde aquellas fiestas de 1954, que lo cambiaron todo.
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(1) Horchata: Bebida dulce y refrescante que se hace triturando chufas (fruto típico de Alboraia). Originaria de la comarca de l’Horta de València.
(2) Mistela: Licor de gusto dulce, compuesto de mezcla de mosto de uva y de alcohol en cantidad suficiente para evitar la fermentación.
(3) Barretxat: Bebida típica valenciana compuesta de una mezcla de aguardiente y mistela.
(4) NODO: Acrónimo de Noticiarios y Documentales, era un noticiero que se proyectaba obligatoriamente en los cines españoles antes de la película en sí, entre 1942 y 1976, y ya de forma voluntaria, hasta 1981.
(5) Xuplant-li el cul: Lamiéndole el culo.
(6) Coentor: Que escuece // Que irrita. // Picante. // De mal gusto, afectado, ridículo. // Se dice de personas o cosas que pretenden ser refinadas o elegantes sin serlo.
COLABORADOR ESPONTÁNEO
Un amable lector camuflado tras el sobrenombre de Edmon, nos envía esta obra absolutamente adecuada al momento actual y que ha dibujado una sonrisa en el comité de redacción, por lo que hemos decidido compartirla con ustedes.
Este malagueño debe llevar mucho tiempo fuera de su ciudad natal, porque ha decidido residir en València atraído por su imponente oferta cultural. Estamos seguros de que dentro de poco tendremos más noticias suyas. Y si no, fíjense en sus trabajos. Aquí.
CONCURSO DE MASCOTAS
THE VALENCIANER
Como veréis, nuestro Especial Fallas llega a vuestras pantallas cuando ya todo el mundo ha olvidado las cenizas de las fallas 2017. Pero es que nos hemos marcado como misión especial alargar en el tiempo todo lo hermoso de la vida. ¡Ja, ja!
Y, hablando de ello, os mostramos aquí la preciosa portada que nuestra ilustradora colaboradora Deima (ver nº 0) realizó para la sección CONTACTO, en la que representa la mascota de The Valencianer en homenaje a Eustace Tilley*, el famoso dandy-mascota de The New Yorker magazine.
Aprovechamos el detalle para convocar el Gran Concurso de Mascotas de The Valencianer. Podéis diseñar vuestras versiones de la ilustración de Deima basándoos en esta bella fallera que fotografía con su smartphone a un parotet de la Albufera. También nos gustaría que le pongáis nombre a nuestra mascota. Un nombre con gancho ¿eh?
Nuestro comité de expertos irá seleccionando los mejores diseños que se publicarán en nuestra revista ipso-facto.
Además, los seleccionados recibirán nuestra fabulosa camiseta BAT (de su talla), a la que podéis echar un vistazo en nuestra tienda.
¡Ánimo! ¡Derrocha tu ingenio en The Valencianer!
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*En la primera portada de The New Yorker magazine (21 de febrero de 1925), aparecía un dandy que miraba una mariposa a través de un monóculo, dibujada por Rea Irvin, el primer redactor de la revista. Este personaje se convirtió en la mascota de la revista. El humorista Corey Ford le puso el nombre de Eustace Tilley, por razones que tendréis que buscar en la Wikipedia, si os apetece.
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